Las bombas de racimo son para exprimirlas,
para hacer de ellas un fino y buen vino,
para lanzar metralla, fósforo y esquirlas,
para desparramar su veneno asesino.
Las bombas de racimo sirven para arrojarlas por campos,
los desiertos, para sembrarlas en pueblos pobres,
para provocar en mujeres y ancianos los llantos
de pena por la refinada maldad de los hombres.
Con un buen vino hecho de sangre de bombas de racimo
se puede hacer un cóctel en honor de sus fabricantes
para que conozcan el sabor de su ingenio y destino,
para que sientan en sus labios los ruegos suplicantes
de los inocentes que murieron abrazados gimiendo.
hechos antorchas que un viento violento esparce
mientras la roja sangre en cenizas se va ardiendo
a la tierra y a las copas de los árboles a posarse.
¡Oh, fabricantes de bombas de racimo, escuchad!
Por qué usufructuasteis del noble adjetivo de la uva
para confundir una fruta de vida, con la mezquindad
de una bomba que transforma la tierra en lava?
Bebed, bebed en copas de oro el sabor de la sangre
agrio y amargo exprimido de las bombas de racimo,
Bebed, sin apuro, apreciad el sabor de vuestra mugre
que se desparrama despiadada
sobre el destino de la inocencia,
de los infelices que clamando al cielo
sólo ven fulgores y explosiones de odio y muerte,
y que no alcanzan a pensar en plegarias ni darles vuelo,
porque a Dios lo tapa la sombra del hombre prepotente
que otorga al ruego de paz y libertad bombas de racimo.
Bombas lejanas, cargadas de odio de Occidente.
Fabricantes dadle a vuestros hijos, unos sorbos,
probad de las uvas el dolor, no os hagáis los sordos,
un sorbo de sangre, uno solo y no beberán jamás
de la ignominia asquerosa y tal vez, quizás,
no os perdonen ni por los siglos de los siglos
la infinita infamia el maldito negocio
con que os pagáis el placer la riqueza y el ocio.
Dadle a vuestros hijos, sólo un sorbo
de la sangre de las bombas de racimo
esa que exacerba en los militares el morbo
y en los empresarios su espíritu asesino.
Dadle un sorbito del líquido de agraz
que sabe a fuego, a esquirla sangrienta,
zumo que no bebe ni una sedienta ave rapaz,
por saberle, asquerosa, amarga, virulenta.
Dadles por favor y a ver si resistís
verles de rodillas las tripas arrojar
cuando una vida sin dolor ofrecís
ignorando cómo enseñarles a amar.
Por favor dadle de una copa un sorbo,
a ver si vuestra conciencia adormecida
despierta de pronto y deja de ser un estorbo.
Bebed vosotros también el zumo
de la infamia para que en la garganta
se os convierta en asfixiante humo,
igual que yo de pena y rabia se atraganta.
Bebed de las bombas de racimo,
fabricadas a espaldas de la conciencia
humana, creadas en usinas camufladas
de decencia, de respetabilidad, de ciencia,
de progreso y desarrollo, lo que es un timo
de lesa humanidad, cuando explosionan
haciéndonos creer que son blancas y aladas
palomas que por la paz se transforman
en cuervos de buches negros hartados,
hartados de bombas de bombas de racimo.
¡Cínicos, jugáis a Dios y no soy más que atados
de leños que la historia quemará en su camino
a la solidaridad y seréis cenizas también!
Sea la voluntad de Dios, Amén.
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